Una educación en valores desde la infancia y la constitución de una manera de pensar sobre el mundo y sobre el sentido de la existencia en él, es un valioso recurso preventivo y de apoyo para que los adolescentes vivan este período de plenitud.
Aun cuando la adolescencia sea percibida como una edad difícil, el proceso de maduración también es una oportunidad de superar conflictos, incertidumbre y dolor y alcanzar la realización personal y social.