Cambiar de rumbo a los cincuenta no es fácil, al menos no es más fácil que a los veinticinco o a los cuarenta. Y si hablamos de encontrar la felicidad, incluso el amor, entramos ya en el ámbito de los cuentos de hadas. Pero como la vida es una fuente inagotable de sorpresas, y París siempre será París, Pascal Morin nos propone un delicioso, inteligente y atrevido juego de espejos en el que los personajes se encuentran sin buscarse, se alejan sin quererlo y, a la postre, no pueden evitar toparse con su propia imagen. Una divertida fábula moral que removerá en el lector emociones dormidas y sensaciones olvidadas.
En el espléndido escenario de la luminosa ciudad, rebosante de energía, seductora y cosmopolita, se suben al carrusel de esta historia Catherine Tournant, profesora sofisticada, segura de sí misma y ordenada, aunque algo solitaria; Dimitri Diop, un joven fontanero senegalés, y su padre, Robert, un atractivo cincuentón; la joven estudiante Natacha Jackowska, el estilista Jérémie Lesdiguières y la psicoanalista Ève-Marie Saada, mujer fascinante de frágil equilibrio mental. Como siguiendo los pasos de una contradanza, los encuentros y desencuentros de los protagonistas los llevan a poner en tela de juicio sus convicciones y a plantearse hasta qué punto están dispuestos a aceptar todo lo mágico que ofrece la vida.