Belfast 1981. Un cadáver con una mano amputada puede llegar a no tener ninguna importancia si aparece en un ambiente de extrema violencia como el que se vivía en Irlanda del Norte. Los presos del IRA están en huelga de hambre; los disturbios, los asesinatos y los atentados indiscriminados con bomba se suceden. El ejército y la policía, completamente desbordados, imputan cualquier muerte violenta a ajustes de cuentas entre bandas paramilitares católicas y protestantes. Con la idea de que sea rápidamente archivado, le dan el caso al detective Sean Duffy, un agente que no cuenta con la confianza de sus superiores. Un melómano con título universitario en un mundillo de iletrados a quien quieren matar los católicos por ser policía y los protestantes por ser católico. Pero el caso es más complejo de lo que parece, al aparecer otro cadáver en condiciones similares y descubrirse que eran homosexuales y que estaban vinculados al IRA. ¿Se encuentra Duffy ante un asesino en serie homófobo en una Irlanda que persigue con cárcel la homosexualidad? ¿Están relacionadas sus muertes con el aparente suicidio de la ex mujer de un dirigente del IRA? Con la ayuda de la forense Laura Cathcart, con la que entabla una más que estrecha colaboración, Duffy se va a ver envuelto en una peligrosa red de odios y venganzas, ambigüedades morales y corrupción, violencia político-religiosa y confabulaciones que, con los servicios secretos de su graciosa majestad de fondo, conforman el ambiente sombrío e irrespirable de aquella Cold Cold Ground irlandesa.