La sabana africana es un gráfico ejemplo de gestión de la diversidad en el que la variedad de especies, la óptima y equilibrada relación e interacción de sus miembros y la complementariedad de funciones son elementos dinamizadores de un hábitat que evoluciona, se ajusta a los cambios y cuyos integrantes conviven, siguiendo las leyes de la naturaleza. La variedad es sana, es necesaria y, sobre todo, es natural. La gestión de la diversidad en los ecosistemas empresariales es clave para la óptima adaptación a las transformaciones sociales y económicas, ya que las organizaciones que saben cómo obtener el máximo rendimiento de los grupos heterogéneos sacan a la luz el verdadero talento. La amplia gama de colores que proporciona la paleta de la diversidad abre nuevas perspectivas y matiza las percepciones, por eso, los directivos y todos los que gestionen equipos deben desarrollar las habilidades que favorezcan la explosión de la creatividad inteligente que aporta valor.