Como explica en su introducción el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón, más que una novela de viajes, es un viaje novelado, con todos sus ingredientes: larga distancia entre origen y meta, continente exótico, paisajes encadenados, descripciones geográficas, personajes variopintos, finalmente intrigas, una propuesta ferroviaria futurista y amores complicados por esa misma geografía y resueltos por el tren que vence las distancias. En Claudius Bombarnac el viaje ordena la acción y convierte la novela en una trepidante aventura ferroviaria, con la indudable marca de Jules Verne.