La segunda parte encierra numerosos ejemplos en apoyo de la teoría, o mejor dicho, que han servido para establecer la teoría. Tienen su autoridad en la diversidad de los tiempos y lugares en donde se obtuvieron, porque si dimanasen de un solo origen, podrían considerarse como producto de una misma influencia. La tienen, además, en su concordancia con aquello que se obtiene todos los días, por todas partes en donde se ocupan de las manifestaciones espiritistas bajo el prisma formal y filosófico.
El Libro de los Espíritus contiene las bases fundamentales del Espiritismo. Es la piedra angular de edificio, encierra todos los principios de la doctrina, hasta los que deben coronar la obra. Pero era preciso que le diéramos su desarrollo, deduciendo todas sus consecuencias y sus aplicaciones a medida que se desenvolvieran por la enseñanza complementaria de los espíritus y por nuevas observaciones. Esto es lo que hicimos en El Libro de los Médiums y en El Evangelio según el Espiritismo, desde puntos de vista especiales. Esto mismo es lo que hacemos ahora en esta obra desde otro punto de vista, y lo que haremos sucesivamente en las que nos falta publicar, las cuales vendrán a su tiempo.
Con El Cielo y el Infierno se dirige al blanco de ciertas cuestiones. Pero no debía venir más pronto. Si consideramos la época en que ha venido el Espiritismo, conoceremos sin mucho trabajo que ha llegado oportunamente. Ni demasiado tarde ni demasiado pronto. Más pronto hubiera abortado, porque no siendo muchas las simpatías, hubiera sucumbido bajo los golpes de sus adversarios. Más tarde, le hubiera faltado la ocasión favorable pra manifestarse, las ideas pudieran haber tomado otro curso, del cual hubiera sido difícil desviarlas.
Era preciso dejar a las ideas viejas el tiempo necesario para que se gastaran probando su insuficiencia, antes de aparecer otras nuevas.