Piedra negra sobre una piedra blanca
Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
talvez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
También con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Conocer la obra de Vallejo representa no sólo un inefable placer estético, sino una inexcusable necesidad intelectual y ética. Su poesía resulta tan cercana al hombre contemporáneo que el lector siente vibrar las fibras más sensibles de su alma. Las vivencias del poeta se erigen en símbolo de todas las vivencias de cualquier ser humano en cualquier tiempo y lugar.