Autobiografía
Con estas frases comienza el escritor gallego su Autobiografía, contribuyendo, con ella, a alimentar la imagen de hombre extravagante, genial y provocador, aunque también arbitrario en sus ideas estéticas y en sus convicciones ideológicas, que en vida le acompañó. Como otros artistas de su época, se propuso lucir una apariencia singular e inconfundible, para lo que se vistió de forma atípica y se dejó crecer barbas y melena. Los quevedos y su manquedad, así como su extrema delgadez y su declarada afición al ocultismo, la mística y el hachís, completaron la imagen de un dandi pobre pero aristocrático con tintes de faquir. Con todo ello, sumado a un talante radicalmente inconformista y a una insobornable vocación literaria, Valle-Inclán no hacía sino manifestar su voluntad de distanciarse en todos los sentidos de la clase dominante, la burguesía.