El presente libro parte de una idea feliz: considerar el cerebro y el universo como dos entidades parecidas, aunque a distinta escala. Mediante este enfoque, alejado de todo paralelismo superficial, David Jou revela similitudes profundas y sorprendentes: la inmensidad cósmica es condición necesaria para la existencia del cerebro; el procesamiento de la información en el cosmos y en la mente humana sigue pautas afines; en los dos ámbitos resultan fundamentales los llamados «componentes oscuros» (la glía para la computación neuronal y el universo invisible sobre la materia visible); la física cuántica parece desempeñar un papel sutil tanto en las galaxias como en las sinapsis cerebrales.