En la vida cotidiana de la Universidad de Salamanca en la Edad Moderna está latente una constante preocupación por los aspectos protocolarios, celebrativos y rituales. De modo particular, en el siglo dieciocho se manifiesta con especial fuerza el deseo de dotar a las celebraciones religiosas en la Real Capilla de San Jerónimo del decoro inherente. La música, que se había convertido en un elemento indispensable del ritual católico, contribuye a la grave solemnidad de estas funciones. Pero además asume un papel protagonista en los procedimientos ostentativos que, con la excusa de pretender aquélla, se ponen en marcha en una universidad que, a lo largo del setecientos, ansía mostrarse y demostrarse ante los otros organismos locales, ante la monarquía e incluso ante sí misma. La consideración del fondo (serie documental que se extiende entre 1735 y 1818 aproximadamente) de partituras vinculado a la Capilla de San Jerónimo que se conserva en la Universidad de Salamanca como un archivo musical, exigiría definir cuál es el elemento que dota al mismo de una interrelación cohesiva y unificadora, en definitiva, de un carácter orgánico.