Lo que yo descubría ahí no era sólo una historia de amor, no sólo el nacimiento de una pareja que vivió junta más de cincuenta años, sino algo relacionado con una cosmogonía, con una historia fundacional, con un espejo en el que cada uno quisiera reconocerse: el deseo de haber nacido del amor. []
Debemos asumir el pasado para abrir los horizontes del presente. L.F.
«Nuestra historia no se escribe sobre una página en blanco. Desde que somos concebidos, estamos atrapados en otra historia, en la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, incluso aunque nazcamos mucho después de su muerte. En la sucesión de generaciones, nuestro lugar está designado, no somos libres de nosotros mismos».