Mattie empezó a escribir poesía y cuentos a los tres años. Parte de su obra refleja la dura e ineludible realidad de vivir con una extraña forma de distrofia muscular y el dolor que conlleva la pérdida de sus tres hermanos a causa de tan grave enfermedad. La mayoría de sus poemas, sin embargo, proclaman la esperanza llena de ingenuidad, la profunda sabiduría y el delicioso humor de la infancia.
Que Mattie nos transmita ese alentador mensaje nos enriquece, pero no sólo eso, también nos emociona, pues él es un ejemplo patente de que a pesar de las circunstancias más adversas vale la pena afrontar la vida con optimismo.
En un ser como él, que por las circunstancias mencionadas bien podría estar sumido en el desaliento, causan emoción y admiración su optimismo, su fe en Dios y el valor que concede al don de la vida. Y así nos llega a sus lectores.
Mattie podría quejarse, podría lamentarse pero no lo hace. Por el contrario, convierte su situación en algo que lo impulsa hacia la esperanza y a inspirar en los demás ese mismo don, plantando en sus corazones una semilla que les puede llevar a construir un mundo mejor, un mundo de amor y de paz.