«Cuando medio comprendí que podía oír los ruidos antes de que se produjesen, ni siquiera lo consideré una rareza.» A partir de esta primera frase se hilvana un entramado de acontecimientos, de peripecias extraordinarias que nunca dejan de ser verosímiles; aparecen y desaparecen una serie de personajes que, sin rebasar del todo la frontera de lo inaudito, participan de una inquietante complicidad con el protagonista.
La habilísima técnica narrativa que sustenta Campo de Agramante atrapa al lector en medio de dos espacios narrativos, el ilusorio de la infracción de la lógica y el fidedigno de una localizable ciudad andaluza, en una suerte de parodia social en la que el concepto de ficción adquiere su más poderosa relevancia imaginativa. Con esta extraordinaria novela, Caballero Bonald se confirmó como uno de los mayores escritores contemporáneos.