El irascible ranchero Powell Long había robado, hacía algún tiempo, el corazón a Antonia Hayes. Pero las mentiras del pequeño pueblo en el que vivían destrozaron el amor que los unía, obligando a Antonia a huir de allí. Años más tarde, regresaría para descubrir que Powell estaba criando solo a una niña. La paternidad no había atemperado su lado salvaje, ni el deseo que sentía por la única mujer que había amado en toda su vida: Antonia. Ella no podía hacer caso omiso a los lazos que la unían a él, y la posibilidad de formar una familia con Powell era, sencillamente, demasiado tentadora para resistirse.