archa un conjunto de esfuerzos en pro de la incorporación del arte español al ritmo de las vanguardias internacionales. Son irrupciones de carácter efímero e intermitente, que no logran abrirse paso entre la espesa inercia establecida por la cultura hegemónica y sus instrumentos, ni cuentan con la capacidad de generar el público (y la clientela) imprescindible para asegurar su continuidad. A ello se suma el hecho de que, tarde o temprano, muchos de sus protagonistas abandonan España y fijan su actividad en escenarios más propicios.
Inicialmente, este movimiento de renovación consiste en un proceso de importación y emulación de las poéticas y lenguajes de la vanguardia internacional, incorporados fragmentariamente sobre la base de los lenguajes visuales operantes en España o indiscriminadamente mezclados entre sí. Poco a poco, se generó una tensión dialéctica entre esas referencias a la vanguardia foránea y la búsqueda de aquellas raíces propias, susceptibles de ser aprovechadas en una dirección renovadora. En esta tensión, cargada de contradicciones y lecturas sesgadas, radica el peculiar interés de esta «vanguardia interior».