Vivimos tiempos extraños. La civilización parece disolverse rápidamente, mientras aún existe un impulso interior que obra con el fin de lograr una construcción mejor y más equilibrada de muchos de los sectores de la vida.
La actual crisis mundial de valores se debe a la necesidad de una limpieza general que nos preparará para una concepción más amplia y grandiosa presentada a la humanidad.
Debemos comer del fruto del Árbol de la Vida y veremos cómo nos nutre perfectamente y hará que todos los elementos de nuestro sistema se establezcan en proporciones adecuadas y en plenitud de carácter. Debemos aprender a vencer las ilusiones del tiempo y las circunstancias.
Debemos tomar posesión de la herencia de la libertad que se preparó para nosotros en el Reino del Gran Arquitecto del Universo, sobre la Tierra.