Se trata de una novela reflexiva donde se van alternando las historias de dos personas como si sus mundos estuvieran engarzados en el tablero de ajedrez de las coincidencias. Silvia, una mujer gaditana, en nada triunfadora pero con dotes, intenta superar su pasado de prostituta dándose a los negocios; por otra parte, el narrador pone voz a su vida, deseoso de experiencias. Cobra especial importancia la familia y esos preciados tesoros y confidentes. Siempre hay casualidades en esa familia de panaderos, donde se ha enclavado una francesita. Como espías en la sombra, y consecuencia de toda esa diferenciación a la que se ve obligada, van haciéndose visibles otras tramas que conviven con la culpa del superviviente, fraccionando sus vidas por la voluntad suprema de los negocios. Comienza a finales del año dos mil catorce. En todo momento se intenta superar el estigma de la superficialidad, ligando esas estaciones bajo cierto oscurantismo social y su intento de abolición desde los más profundos sentimientos. Se ubica en la ciudad de Madrid y un pueblecito gaditano del sur de España. La otra parte alícuota de la historia reside en la zona centro del país que no se ve. Muestra que quien está al mando de los días no siempre es uno mismo, sino también esas otras necesidades que también son consecuencias de nuestros actos, para contar la singular paradoja de dos seres que sufren sus historias de amor trastornadas.