Buenas tardes a la cosas de aquí abajo es todo aquello que quedó por decir en Esplendor de Portugal , es su entrelínea, su discurso desestructurado; sueños, pesadillas, múltiples evocaciones que se repiten una y otra vez en letanías, estrofas de una gran oración en la que se refugia un confuso coro de personajes. El autor ha regresado a Angola recién desmantelado el dominio colonial para, a través de un delgado hilo argumental basado en una supuesta reactivación del tráfico de diamantes, mostrarnos las miserias de Seabra, Miguéis y Gonçalves, pretendidos agentes del Servicio Secreto portugués cuyo viaje no es más que un descenso a los recuerdos, a la infancia, a lo más profundo de sus entrañas, al «tiempo que nos gastaba sin pasar, ajeno a nosotros, encontrándonos de repente». «Más que leer una novela, nos adentramos en un magma narrativo, anterior o acaso al margen de las estructuras conocidas.» El País