Esta fábula está enmarcada por imágenes hechas con una técnica mixta que incluye acrílicos, plumas de gel, brillos y el soporte es papel amate (un papel artesanal típico mexicano de textura muy rugosa), lo cual se conjunta para mostrar panorámicas del barrio Chimalistac. La historia, junto con sus imágenes, invita a redescubrir la urbe; según palabras del ilustrador Oswaldo Hernández Garnica: "estamos rodeados de plantas, pero con el monstruo que es la ciudad y el asfalto, ya nos olvidamos de sus nombres".