La Biblia Vaquera captura los elementos más deformes de una realidad que escapa a toda clasificación. Carlos Velázquez utiliza un lenguaje personal para crear mundos situados en otra dimensión. Con una ironía inmisericorde retrata la brutal comicidad de las tragedias y los triunfos de personajes arrasados por situaciones tan absurdas como verosímiles. Al final sólo queda la certeza de estar habitando un territorio con leyes ajenas a todo aquel que, a diferencia de Velázquez, no las conozca desde sus entrañas.