Argumento de Besos para las Ranas
Un día, después de mucho tiempo, vuelves a casa, abres un armario, tiras de un cajón y, de repente, se despierta ese olor dormido en tu cerebro y se produce una reacción en cadena. Primero es sólo una sensación, después una imagen, dos, tres, se suceden, empiezan a moverse, las sientes respirar y, al final, acabas subiéndote a una silla para llegar a ese lugar sin luz, cavernoso, que es el fondo del armario. Esa trastienda de la realidad es el hábitat natural de mi álbum de cuentos, que, desde el aquí y ahora y de manera inversa a como lo haría un fotógrafo, se adueña del recuerdo para convertirloen imagen.1