Una calurosa noche de verano, los hermanos Silver y yo estábamos durmiendo en una casa de campo y, de repente, una lluvia de piedras nos despertó (salvo a Leo, que siguió roncando...). Cuando sobresaltados encendimos la luz, nos dimos cuenta de que no eran piedras lo que caía... ¡sino bellotas!
¿Os imagináis quién las lanzaba con tan mala intención?