Él seguía sabiendo qué era lo que más la excitaba... Phoebe Deveraux jamás podría olvidar a Trace McGraw. En la universidad había utilizado toda su habilidad para hacerle pasar una noche que jamás se borraría de su memoria. Ahora estaba utilizando el mismo talento, pero como bailarín de striptease en el crucero en el que trabajaba ella. La habían contratado para ayudar a la policía en una investigación contra unos gángsters. El periodista de incógnito no podía creer que Phoebe se dedicara a bailar en un barco cubierta únicamente por unas cuantas plumas. Claro que tampoco podía creer que él estuviera haciendo lo mismo ataviado con un tanga. Necesitaba aquella exclusiva sobre la mafia, pero lo que más deseaba era bailar con Phoebe... en privado.