En la década de los años cuarenta del pasado siglo, inmediatamente después de la Guerra Civil, sólo existía una empresa en España que parecía capaz de afrontar la fabricación en serie de los automóviles y vehículos ligeros de transporte que tanto se necesitaban: Automóviles Eucort. Pese a ello la Administración prefirió poner en marcha proyectos de titularidad pública como la Empresa Nacional de Autocamiones (ENASA) y la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT), vinculándose además de modo económico, tecnológico y comercial a diversas multinacionales del sector y contradiciendo así el presunto espíritu autárquico del régimen. Automóviles Eucort, creada por el emprendedor tarraconense Eusebio Cortés Cherto, intentó competir como única iniciativa privada de relevancia en un campo industrial y económico que militares y falangistas reclamaban para sus respectivas áreas de influencia. Eucort constituyó una opción seria de fabricar automóviles similares a los que podían encontrarse en otros mercados europeos, contando además con tecnología propia y sin abonar royalties de ninguna clase. Intereses no sólo económicos sino también estratégicos e incluso militares acabaron por potenciar empresas públicas como SEAT y ENASA frente a iniciativas privadas llenas de posibilidades como la de Eusebio Cortés y Automóviles Eucort.