Esta autobiografía, de la que hoy no se encuentran ediciones, destaca por su sinceridad y simpatía. Darío, el padre del modernismo, es casi coloquial, sarcástico, franco a la hora de mostrar las fronteras entre sus compromisos políticos con unas repúblicas endebles (Nicaragua entre ellas) y su vehemencia literaria; no duda en contarnos anécdotas hilarantes sobre políticos y artista.