Argumento de Ashaverus el Libidinoso
Encuadernación: Rústica con solapas
¿Qué es el mal? ¿Se puede tocar? ¿Se puede oler, distinguir entre la barrosa multitud humana y encasillar, para apartarlo definitivamente? Y sobre todo, una vez vividas de primera mano y experimentadas sus distintas nefastas manifestaciones, ¿cómo volver a encontrarse y a encontrar una necesaria armonía vital?
Esa es la búsqueda existencial de Enrique Fuster Bonín judío barcelonés, miembro de una de las pocas familias que quedaron disimuladas con el paisaje y librándose a lo largo de los años de la Inquisición a base de hipocresía en su periplo por la alterada Europa desde el año 23 hasta el 43 del siglo XX (en la Alemania de la República de Weimar y posteriormente con los nazis, en España viviendo el auge de Falange Española y el inicio de la Guerra Civil, en la Francia ocupada), dentro de las entrañas de los mecanismos de poder y de propaganda.
Su vuelta a Barcelona, llevando consigo un misterioso manuscrito en castellano antiguo, y su reencuentro con la familia Sefamí, le permitirán dibujar una fenomenología del mal donde la tragedia más grande del siglo XX el ascenso del nazismo con su colérica propagación por toda Europa, España incluida, y su loca hybris final, el Holocausto es narrada a través de escenas magistrales y de un fino sentido del humor, achacable quizá a la ventura, más que a la aventura, de Enrique Fuster al encontrar por fin el bien.1