Un crucero por el Adriático parece, en principio, el escenario idóneo para relajarse y disfrutar, para olvidarse de las preocupaciones por unos días y disfrutar de la singladura. Así opina, en un primer momento, el protagonista/narrador de Asco. Muy pronto, sin embargo, la realidad se instala a bordo, la mezquindad, el egoísmo y la grosería de las personas se extiende por el barco y no solo eso, sino que el hecho de tratarse, supuestamente, de un crucero «de lujo» Todo Incluido (especial importancia a las mayúsculas) potencia aún más si cabe el consumismo feroz, desenfrenado y suicida de los pasajeros. Visión crítica y descarnada de un «viaje de placer», que es, en el fondo, una metáfora de la sociedad occidental, pomposa, aparatosa, pero vacía, "Asco" se inscribe en la corriente de aquellos autores modernos (Bernhard, Foster Wallace, Ballard?) que con el pulso más firme han pintado la sucia realidad que se esconde tras nuestro oropel y han venido avisando del desastre.