En el origen de la cultura griega clásica subyace una definición de arquitectura muy antigua, surgida en la isla de Syros, que la describe como una relación entre geografía e historia, a través de la cual cada isla es una encrucijada de historias, o viajes posibles, y cada historia el paso de una isla a otra desde una orientación espacio-temporal, muy precisa entre dos lugares y dos culturas, en el mar. Esta metáfora, auténtica teoría de la relatividad sociofísica, ha guiado mi reflexión en este escrito sobre las relaciones entre arquitectura y conocimiento desde una perspectiva de constante innovación. La reciente pérdida del arquitecto catalán Enric Miralles debería llevarnos a reflexionaaaaaaaaar sobre los desaguisados urbanísticos que hemos realizado en el siglo XX si no queremos perder, además de un gran arquitecto, un territorio entero y, con él, su arquitectura, todo a cambio de un nuevo territorio en el que deberíamos comprobar si el conocimiento y la sabiduría de sus arquitectos son reconocibles e inexistentes. Como dijo un gran poeta catalán: "He mirat aquesta terra... He mirat aquesta terra..." y habríamos de responsabilizarnos de lo que hemos visto. Y ello sigue siendo cierto en cualquier país del mundo.