Una casa misteriosa y con vida propia trastoca la rutina de madre e hija cuando deciden mudarse. En lo más profundo de un valle, enclaustrado entre montañas, existe un lugar donde los hombres prehistóricos acudían a morir y hoy es el pueblo con el índice de suicidios más alto del país. Un pintor, en el ocaso de su carrera, relata las artimañas y vilezas que cometió para llegar a la cumbre. En todas las narraciones que componen este volumen de relatos confluyen la falta de asideros en el mundo moderno, la incomunicación y la fatalidad, personificados en familias desestructuradas o marcadas por la adversidad, aves de rapiña de la televisión y artistas malditos.
Arde hasta el fin, Babel es un conjunto de relatos novelas cortas, en algunos casos que, a su vez, conforman un todo y recuerdan a un puzle al que le falta alguna pieza, pero del que ya se intuyen las formas. Resulta un artefacto narrativo complejo, aunque sumamente adictivo; como una realidad incómoda que queremos ignorar, pero de la que es imposible apartar la vista. Diego Vaya consigue crear de manera precisa un ambiente desasosegante que impregna el libro al completo, como una neblina que se pega a la piel y no se desprende del lector, incluso cuando ha cerrado sus páginas.