Al progresivo aumento de la esperanza de vida se une el deseo de mantener una buena salud, funcionalidad y calidad de vida en estas edades avanzadas. Si bien la genética es un determinante fundamental de esta expectativa de vida, existen diversos factores externos directamente implicados en la calidad de vida del anciano, entre los que cabe destacar la ALIMENTACIÓN. La dieta y el estado nutricional tienen gran influencia, particularmente en la prevención y/o tratamiento de distintas enfermedades que afectan a la tercera edad. De hecho, en los países desarrollados, los ancianos son el segmento de población con mayor prevalencia de malnutrición. De todos es sabido que la malnutrición se relaciona con un aumento en la morbilidad y en la mortalidad, sobre todo en las edades extremas de la vida. Así pues, es fundamental, de cara a mejorar la eficacia y calidad del servicio prestado a los mayores dependientes, que las personas encargadas de su cuidado dispongan de unos conocimientos nutricionales básicos, que les permitan entender y hacer frente, en la medida de sus capacidades y competencias profesionales, a las peculiaridades, que en materia de nutrición, caracterizan a este colectivo poblacional.