A pesar de los casi cuatro siglos trascurridos desde la muerte de Miguel de Cervantes, la vida del autor del Quijote sigue apasionando no solo al gran público, sino también a estudiosos de su obra, biógrafos y cervantistas. Su biografía ha sido motivo de cientos de trabajos y publicaciones sustentadas en una exhaustiva investigación documental. En los últimos cien años su biografía ha sido desvelada casi en su totalidad. Sin embargo, en opinión de muchos cervantistas, todavía quedan muchas lagunas biográficas y etapas oscuras en la vida de Cervantes de las que no tenemos noticia, bien por falta de documentos o quizás más por esos silencios que el autor de las Novelas Ejemplares imprimía a algunos episodios de su vida de los que, según su palabras en alguna de sus obras, no quería acordarse . Uno de estos episodios que posiblemente trató de olvidar, ya que no hay ninguna mención ni recuerdo de ello en sus escritos, pudo ser su relación con Ana Franca (o Ana de Villafranca), su amante durante algún tiempo y madre de su única hija conocida, Isabel de Saavedra. Pese al gran corpus documental descubierto por Pérez Pastor y Astrana Marín acerca de la amante, el material permanecía desperdigado, por lo que los historiadores seguían y siguen fantaseando demasiado sobre esta aventura, que según Canavaggio necesitaba una actualización y más apoyo documental. Esta obra, Ana de Villafranca, amante de Miguel de Cervantes, reúne todo el aparato documental existente y aporta diecinueve documentos nuevos e inéditos de la amante y sus familiares más directos, recopilados de diferentes archivos, que completan su biografía. Además, el libro está prologado por Krzysztof Sliwa, profesor de la Universidad de Fayetteville (EEUU), autor de la mejor biografía crítica de Cervantes escrita en los últimos años.