Ilusionados y sensibles, los jóvenes ven la eclsión de la vida ante sus pies. Es la floración de la masculinidad. Acarician la apertura de la vida. Por eso se sienten dueños del mundo.
Es tanta la fuerza que bulle que la imaginación es imparable y, a falta de enunciado preciso, la incomunicación levanta muros. El diario de Daniel, uno de tantos jóvenes de hoy, quiere establecer puntos de referncia válidos, valores fundamentales estables,ante las cambiantes coyunturas de tiempos vertiginosos.