Un hombre envía una misma carta a su hija y a un amigo de juventud, convocándoles para que se presenten en su casa un día establecido. Su hija se teme algo y no acude. Su amigo, en cambio, asiste y se encuentra allí el cadáver del hombre con una carta en la mano. En ella explica que deja su herencia a la persona que haya acudido a la cita, con una sola condición: la de que también acepte a su amante, un hombre maduro y casado. Amor duro recoge los diarios de este amigo que acepta la cláusula, sin confesárselo a su propia mujer, y que en esa relación nueva va descubriendo una parte oscura e inconfesable que le aboca a la destrucción. Se suceden los encuentros sexuales, y, en sus anotaciones, el protagonista adopta la voz de un Job moderno que disecciona cuanto tiene de atormentado y doloroso el amor. Y así, a medida que avanza una relación tan turbadora, entre pequeñas malicias y grandes heridas, la crónica de estos encuentros va trazando una teología del sentimiento.