Esto no es un libro. Esto, como se anuncia desde el mismo título, es un alma. Pero un alma, no se equivoquen, no es nada del otro mundo. Es un conglomerado de imágenes y palabras, datos reproducibles a disposición de cualquiera, para satisfacción del democrático instinto mefistofélico (¿quién no ha deseado alguna vez poseer un alma ajena?). Esta novela habla de aquello que estamos -o no- dispuestos a compartir. Quizá no sepamos todavía qué es la intimidad, quizá la intimidad era otra cosa, tal vez el negativo de nuestra imagen. Es posible que la única intimidad que queda a nuestra disposición sea la de las palabras.