Siempre había amado los versos libres o encorsetados en clásicas estrofas. Pero siempre plenos de musicalidad, de ritmo, de imágenes y contenido que llegaba al corazón alegrando al mismo tiempo los oídos. Pero aquella poesía se mudó de traje. Se vistió a la moda y tomó las formas de unos tiempos que también desnudaron la prosa. Y me sentí lejana de las nuevas tendencias tal vez porque otras habían dejado en mi visión estética demasiadas huellas.