Los que le conocieron lo han retratado como un dandy hipersensible que llevaba en una mano el guante blanco de la ironía y en la otra el verde del surrealismo. (...) Las palabras, símbolos del universo, usadas por Herrera y Reissig (Montevideo, 1875-1919), representan un universo extraño de nuestra mejor literatura. Léanse estos cuentos: a través de un moderno vidrio que distorsiona y multiplica la contemplación de la realidad, un suicida celebra en su lecho unas bodas de opio con la muerte; una amante se hace pasar por su hermana muerta; se emborrachan los obreros en la taberna revolucionaria; un morfinómano se enamora de una cantante, vieja en todo menos en la voz.