La agonía de España, que fue lo que fue en su Siglo de Oro, se recrudece hoy sin muerte posible en tanto en cuanto parte de sus ciudadanos, viviendo y actuando al amparo de los valores que forjaron su personalidad, hagan de lo español positiva aportación a la armonía y progreso universal sin dejarse arrastrar por las mentiras y rencores que subyacen en el discurso político de esos mediocres que se creen capaces de rescribir la Historia sin otro mérito que el de haber logrado mayoría en unas elecciones.