De hecho, propone un acercamientovital al mundo de los paraísos artificiales: sueños, fragmentos autobiográficos, lecturas y experiencias alternan con encuentros con toda clase de personajes, sean célebres o anodinos. El libro no avanza por tanto en orden cronológico, sino al hilo de las asociaciones que Jünger establece entre la anécdota y las sutiles y sorprendentes reflexiones que ésta suscita en él.
Estamos, pues, ante un cuaderno de bitácora sobre las experiencias del autor con sustancias que conducen a la ebriedad, ya sea alcohol, éter, cocaína, opio, hachís, LSD o peyote, pero también esas otras drogas llamadas soledad, música o juegos de azar. Mientras analiza ese estado en que la realidad queda suspendida, Jünger se pregunta también sobre las causas de la fascinación que los narcóticos han ejercido en la humanidad y sobre su influencia en las más diversas actividades, disciplinas artísticas y culturas, al tiempo que establece un riquísimo diálogo con los ilustres autores que lo precedieron en este viaje a la otra orilla: De Quincey, Poe, Baudelaire, Nietzsche, Aldous Huxley, Henri Michaux o Albert Hofmann.