A veces olvidaba que aquello era solo una farsa Jacob Tasker le había roto el corazón a Daisy Bell. Siete años después, la anciana abuela Tasker vivía una fantasía en la que Jacob y Daisy estaban prometidos y, en su demencia, se había empeñado en organizarles la boda. De manera que Jacob no tuvo más remedio que acudir a Daisy para alegrar los últimos días de la abuela Eunice. Participar en la pantomima era el reto más difícil al que se había enfrentado Daisy. Porque aún deseaba a Jacob. Sin embargo, Eunice no cejaba en su obsesión. ¿Qué otra cosa podía hacer?