Una de las siguientes afirmaciones es verdadera:
Con cada inspiración, inhalamos un átomo espirado por Marilyn Monroe.
Hay un líquido que puede ir cuesta arriba.
Envejecemos más rápido en lo alto de un edificio que en la base.
Un átomo puede estar en muchos lugares diferentes a la vez, el equivalente de estar en Nueva York y en Londres al mismo tiempo.
Toda la raza humana cabría en el volumen de un terrón de azúcar.
El uno por ciento de la nieve que aparece al sintonizar una televisión entre los canales es un vestigio del Big Bang.
Viajar en el tiempo no está prohibido por las leyes de la física.
Una taza de café pesa más cuando está caliente que cuando está fría.
Cuanto más rápido viajas, más delgado te vuelves.
Es broma. ¡Son todas ciertas!
Como escritor de ciencia, me sorprende observar constantemente el hecho de que ésta es mucho más extraña que la ciencia ficción y que el universo es mucho más increíble que cualquier cosa que pudiéramos haber inventado. A pesar de ello, sin embargo, muy pocos de los extraordinarios descubrimientos del siglo pasado parecen haber calado en la conciencia pública.
Aunque he leído explicaciones muy difundidas sobre estos temas, a menudo me han dejado desconcertado, incluso teniendo una formación científica. Me cuesta imaginar cómo debe ser para las personas que no son científicos.
Invito al lector a sumergirse en un universo tan bello como extraño.