Los grandes hombres y mujeres se forjan sometiéndose con humildad a un bien común, a algo maravilloso a lo que aspiran y por lo que están expectante, haciéndolo con amor y bajo la dirección de un padre, una madre, un maestro, entrenador o amigo. Ese desafío por alcanzar sus aspiraciones ayudará, aun a costa de su sufrimiento a que reciban su recompensa, pues en ese compromiso se encuentra la auténtica valentía y generosidad del ser humano. Este escrito muestra mi andadura por ese camino serpenteándolo y sorteándolo, en busqueda de que Dios, pese a mis tropiezos, me guarde y aguarde.
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