Como yo te hablo,
como yo te hablo,
convéncete, escolta nen,
nadie te hablará,
ningú et parlarà,
nadie porque yo...
Te hablo en un idioma sobrehumano,
yo, te cambio «to» las eses por las zetas,
yo, me como los finales y las letras,
yo, no cambio un «qué teh´quiero» por «t´estimo molt»,
no pruebo el espetec habiendo salchichón,
te digo «quillo», «pisha», «polla», «miarma »,
yo, te hablo pero tú no entiendes nada,
yo, que llevo ya 3.000 años hablando,
yo, lo mío es como lo tuyo sin malaje,
yo, me quedo sin frenillo por hablarte,
yo, te hablo a puro grito y en silencio,
yo, si no me entiendes el problema no soy yo...
Y que digo yo...
que si no está estropeado ¿por qué quieren arreglarlo?
Va por ti maca...¡¡Visca Andalucía lliure!!
Cómo yo te hablo...
es, cómo yo hablo...
como se habla aquí, porque soy de aquí,
no de Valladolid, ni del mismo Madriz.
Nadie, porque yo, te abro las vocales a boca llena,
yo, llevo los literatos por las venas,
yo, que hablo como Vicente y como Juan Ramón,
que tú serás platero pero yo, soy yo,
no cambio un «¿quéhaceempare?» por «¿quépasatrón?»,
te digo «chacho», «nene», «y un sipote»,
yo, te hablo pero tú no entiendes nada,
yo, que llevo ya 3.000 años hablando,
yo, lo mío es como lo tuyo sin malaje,
yo, me quedo sin frenillo por hablarte,
yo, te hablo a puro grito y en silencio,
yo, si no me entiendes... ¡¡el problema no soy yo!!
Porque yo, te hablo como en el futuro, porque el futuro suena a sur,
y es que yo no hablo un mal castellano, sino un perfecto andaluz.
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No has hecho más que encontrar este libro y ya te has puesto a cantar (no sé si por la Jurado o Raphael), a sonreír, a emocionarte, a indignarte e incluso a odiarme. O quizás todo junto, que también me vale, porque todas son caras de la Pasión. Y la Pasión es la mejor forma de afrontar la vida, porque la Pasión es la hija golfa de La Verdad. La única digna, junto a la justicia, y muy por encima de la bastarda, maleducada y sobrevalorada sinceridad. La Pasión, su favorita, la envidiable, la valiente, la que sabe a vida, y lleva esa que todas las demás nunca tendrán agallas de tener, por miedo a jugársela, a equivocarse, a vivir. Esa hija golfa que para algunos es nuestra única madre. Yo que de pequeño dudaba entre ser payaso o Presidente del Gobierno, y que al final elegí la más digna de las profesiones. Mi pasión, esa que me lleva a saltar en los charcos (aunque salpique), a pringarme de fango, a caerme fuerte de la cuerda floja, a meterme sin llamar donde nunca me llamaron, a coger velas en entierros donde no me toca el muerto, y a tener que sopesar bien qué es lo que pienso porque bien sabe Dios que aunque nadie me pregunte, pienso decirlo y soltarlo, por pura terapia, por salud, compromiso, convencimiento, por la mierda de los principios, por pasión, por hacer pensar, por hacer reír y sobre todo... por tocar los huevos, la verdad.
Y por decirte la verdad en este libro te reirás (al menos eso espero), pero debes saber que esta vez voy en serio, y que serio nunca fue el sinónimo de triste, pero aquí el payaso se me ha puesto profundo (al menos eso creo). Y es que aquí reconoceré que quiero ser vasco; apoyo la independencia de Cataluña; desvelo que Madriz no existe; confirmo que Aznar es un mierda; le dedico un buen viaje al columnista alcanfor; les digo a los del Isis, con todos sus muertos, que no tienen huevos de venir a por Al-Andalus; descubro cura para la homofobia y lamento no encontrarla para enfermedades como la de algún Obispo; llamo socialistísima a quien se pasa de ello, y hasta asevero convencido que Andalucía is not Spain, Spain is Andalucía.
Y es que ya no sé qué hacer para que dejen de tratarme como una cara bonita, un objeto de deseo y un icono sexual. Sé que lo apolíneo de mi rostro y mi marmóreo torso no ayudan a ello, por eso hasta he intentado que mi admirado Mejide me prologase, para al menos así desviar vuestra atención. Porque en este libro me desnudo como no lo he hecho nunca, y muestro sin ningún miedo toda mi pasión, toda mi verdad, la que aparece a través del único cristal por el que puedo y quiero asomarme a una cruda realidad, que en