Argumento de Yo, Poeta Decadente
La obra de Manuel Machado tiene la rara virtud poética de ser un poeta netamente "popular", cuyas coplas pueden fundirse y confundirse con las del pueblo, y al mismo tiempo, ser un exquisito poeta culto, admirado por figuras muy representativas de todas las generaciones literarias que han venido sucediéndose en los últimos cien años.
Alberti, Gerardo Diego, Borges, Gil de Biedma y Miguel dOrs son algunos de los poetas que han manifestado su admiración por la poesía del mayor de los Machado, poesía que nunca ha llegado a estar de moda pero que tampoco ha dejado nunca de ser leída y tenida en cuenta.
Esta amplia antología en la que se resumen todos sus muchos saberes sobre el gran misterio de la poesía nos lo muestra en toda su complejidad. Aquí están los sonetos "culturalistas" de Apolo (M. Machado es de esos pocos poetas que cuando va al soneto no pierde su voz, su tono más personal), las inimitables y muy imitadas "coplas" andaluzas, los poemas nocturnos y casi malditos de El mal poema y los más reflexivos e interiorizados de Ars Moriendi, y también los muy ejemplares y muy personales "autorretratos", en los que fue todo un maestro. Por encima del Modernismo, que marcó estéticamente su tiempo, Manuel Machado sigue siendo, así lo sentimos muchos, en su hondísima y verídica "ligereza y gravedad" (así lo dijo Dámaso Alonso), nuestro contemporáneo.1