En la escuela actual hay muchas cosas que no funcionan. Un currículo excesivamente extenso y alejado de la realidad de los alumnos, una evaluación poco formativa, unos horarios poco adecuados, unos deberes claramente excesivos? Toda una serie de pecados que se podrían resumir en una importante falta de sentido común. Unos pecados que dejan clara la necesidad de un proceso innovador que produzca el cambio que las escuelas necesitan para hacer frente a los retos que nos depara el siglo XXI.