Sarah decide contar su historia -a veces en forma de memorias, a veces como pieza teatral, otras como novela-, y el resultado es un mosaico narrativo repleto de humor astuto y realismo, siempre atractivamente incompleto. Capítulo tras capítulo, desecha el principio y vuelve a empezar de nuevo.
Hija de madre norteamericana y padre libanés, educada en una familia híbrida marcada por un divorcio y una segunda boda, y por un Beirut en guerra, Sarah encuentra una frágil paz en su exilio en Estados Unidos. Su vibrante espíritu ha sobrevivido a la violencia, al suicidio de su madre, a la locura de su hermana, a la imposibilidad de escapar de su aterradora madastra.