Alejada durante la mayor parte de su vida de los círculos literarios urbanos, Lorine Niedecker (E.E.U.U., 1903-1970) fundó, desde su isla fluvial en Wisconsin, un lenguaje poético personalísimo que aúna los sonidos de la naturaleza y la energía del habla popular con el surrealismo y el objetivismo de las vanguardias artísticas en la época de entreguerras. El resultado son poemas minimalistas y elípticos, trozos de mineral desgajados de la roca que los ancla al tiempo, a la vez humano y geológico, del lenguaje y el paisaje respectivamente. De ella dijo Basil Bunting: "no hay nadie tan sutil con tan pocas palabras".