Daerdelion es un genio. Al menos, eso es lo que piensa de sí mismo. Y lo que es peor, está decidido: nada ni nadie evitará que consiga su sueño; narrará las hazañas, discursos inspiradores y proezas de un gran héroe del que todavía nadie sabe el nombre. Pero que él sí ha sabido reconocer.
Fortuna, que a veces se apiada de los locos, le otorgará el privilegio de ser arrollado por un soldado que realmente hará algo en la vida. El joven jinete no es otro que Naresh, héroe de Prön, conquistador de los Trece y golpista a la corona real.
Daerdelion vivirá entonces una vertiginosa historia de auténticos hombres de honor, de soldados y héroes: beber buen hidromiel, levantarse a mediodía. Sin más expectativa que la de escuchar música de taberna, hablar de Kernick y explicar anécdotas embarazosas. Tan sólo el robo de un colgante que nadie había visto antes, y que nadie debería conocer, dará la oportunidad a Daerdelion de vivir algo parecido a una aventura.