Vivimos marcados por el reloj. Nuestro día a día se desarrolla en un ajetreo constante de tareas por hacer y plazos de entregas, desplazamientos marcados por horarios draconianos, horas de sueño irrealizadas? Sin embargo, aunque pueda parecer contradictorio, «ser veloz» se asocia a la modernidad y al progreso y, en cambio, la lentitud se tiene por una característica que denota atraso y una profunda inadecuación al momento presente. Esto supone una exigencia y un desgaste enorme para las personas que, además de generar crispación en su estado de ánimo, conducen a la distracción, el anonimato y la renuncia de la reflexión.Ante este fenómeno moderno de la percepción del tiempo, Lluís Duch nos propone en su último libro una meditación sobre el concepto de la velocidad y nos brinda una aproximación al sosiego. En efecto, la propia lectura de este lúcido ensayo nos invita a dejar de lado las exigencias del reloj para dar paso a la autonomía del tiempo propio y contemplativo. Solo así podremos ser capaces de recuperar nuestra genuina naturaleza como seres simbólicos y pensantes.