Argumento de Víctimas
Sonia fue una niña muy tranquila y quizás demasiado callada hasta que comprendió que la gente confundía su silencio con una falta de sentimientos o de interés, nada más lejos de la realidad. Sus dos hermanos, Rodrigo, el mayor y Esteban, el más pequeño de los tres, siempre estaban metidos en «alguna»; fueron buenos estudiantes, pero nunca perdieron ocasión cuando se trataba de pasarlo «bomba». Eugenia Da Silva, su madre; brasileña, profesora de portugués y francés, muy independiente, discreta y alegre, siempre tenía nuevas actividades para los niños. Jaime Delgado, su padre; pediatra, muy justo y algo más serio. Adoraba a su mujer. Era el que tenía el «plan familiar» bien pensado. Se aseguró de que educaba a los tres de manera que pudieran estar preparados para «todo», con mucha constancia y disciplina, apretaba pero no ahogaba.
Ni a uno ni a la otra, se les pasaban un solo detalle en los cambios de sus hijos, la diferencia era que Eugenia siempre esperaba a que fuesen ellos los primeros en hablar, mientras que Jaime iba directo al grano y cuando sabía que «algo» no andaba bien no esperaba una o dos semanas como hacia su esposa, porque no soportaba la idea de que sus hijos no pidieran ayuda al cabeza de familia inmediatamente.1