En Verdún, los ejércitos franceses y alemanes, y sus máquinas, lucharon entre sí de acuerdo con la lógica y las convenciones de la época, sin ningún plan siniestro o noble propósito, impulsados por dos naciones-estado que gozaban de poderes sin precedentes sobre sus soldados. La mayoría no eran ni chovinistas ni pacifistas. Eran trabajadores haciendo su trabajo sin entusiasmo, tan bien y tan tenazmente que dejaron tras de sí un testimonio duradero de la capacidad destructiva de dos de las culturas nacionales más creativas de la historia. A las siete de la mañana del 21 de febrero de 1916 el suelo empezó a temblar en el norte de Francia. Durante las siguientes diez horas más de 1.200 cañones alemanes barrieron un pequeño saliente de las líneas francesas. La inmensidad de las explosiones colapsó casamatas, arrasó trincheras, cortó las líneas de comunicación y volvió locos a los hombres. Cuando el bombardeó cesó, las tropas alemanas comenzaron a avanzar entre los cráteres de los obuses. La batalla de Verdún comenzaba. Diez meses y 300.000 muertos después la carnicería aún continuaba. Paul Jankowski ?uno de los estudiosos de la historia de Francia más prestigiosos del mundo? nos trae el relato definitivo de la batalla más famosa y larga de la Primera Guerra Mundial. En sus páginas nos descubre los motivos alemanes para atacar Verdún, ciudad que no tenía ningún valor estratégico, analiza la lógica infernal que condujo a los dos beligerantes a perpetuar en el tiempo aquella sangría sin sentido, busca entre los testimonios de los soldados franceses y germanos conductas heroicas, los sufrimientos indescriptibles, odios, revueltas? y nos descubre finalmente cómo esta batalla se ha convertido en el símbolo de los horrores de la Gran Guerra.